lunes, 7 de abril de 2014

Breve análisis sobre "La señorita Else" de Arthur Schnitzler



La señorita Else, escrito por Arthur schnitzler, forma parte de las obras literarias surgidas a finales de los años veine (1929) donde uno de los elementos que más llaman la atención sobre el lector, es el uso de la herramienta del monólogo interior.
Else, es una joven de diecinueve años que padece las consecuencias de vivir rodeada de un entorno hostil, donde las apariencias, las clases sociales y el dinero, juegan un importante papel, llegando a estar estos muy por encima de los valores éticos y morales. 

La novela comienza con Else, la protagonista, situándonos en un espacio concreto donde se encuentra jugando al tenis. Hay que destacar que los diálogos aparecen también a lo largo de la novela, sin embargo, estos aparecen entrecomillados. Así pues, la novela comienza introduciendo un diálogo perteneciente a una conversación jugando al tenis entre Else, Cissy y Paul, su primo. Desde este primer momento, ya observamos como la novela nos introduce en la mente de Else. La protagonista es un sujeto para nosotros transparente, no hay secretos entre ella y el lector, sino entre ella y el entorno al que pertenece. En todo momento asistimos a un doble juego, una doble apariencia por parte de la protagonista que parece tener dos caras: Una pertenece a lo que piensa, y la otra a lo que dice, siendo esto ya un indicador de la importancia que cobran las apariencias en la sociedad donde vive Else y que acabarán propiciando el fatal desenlace. Aparece un dilema entorno a lo que se piensa y a aquello que se debe pensar.

En esta lectura de los pensamientos de Else, se produce una primera ruptura que tiene lugar al comienzo: la carta de su madre que traerá consigo el progresivo decaimiento de la joven de diecinueve años. Desde el comienzo, el autor nos hace ver a través de la mente de Elsa, cómo ésta critica los mecanismos por los que se rige una sociedad en la que la mujer ejerce un papel secundario y es tratada en ocasiones (y como más tarde le sucederá a ella) como una mercancía. Los lugares donde se desarrolla la acción (como el hotel) y los actos colectivos (como el “dinner”) son indicadores de la importancia de una elevada clase social y de la deshonra que supone no poder adherirse a ella.

“Dios mío: ¿por qué no tengo dinero yo? ¿Por qué no he ganado nada todavía? ¿Por qué no  aprendí nada? ¡Oh, sí que aprendí algo! ¿Quién osa a decir que yo no aprendí nada? Sé tocar  el piano; sé francés, inglés, y también un poquito de italiano; he seguido cursos de Historia del  Arte… ¡Ja! ¡já! Pues, aunque hubiese aprendido algo mejor, ¿de qué me serviría?”

Es pues esta carta, como decíamos, la que sirve como excusa para que el lector sea conocedor de los pensamientos y las reflexiones que a partir de ese momento comienzan a atormentar a Else: Acerca de su familia, de la sociedad en la que se encuentra, del significado de su propia existencia y sobretodo el permanente pensamiento del suicidio.

El contenido de la carta que llega de su madre, le pide en definitiva que consiga por todos los medios la suma de treinta mil florines para saldar una deuda de su padre o habría terribles consecuencias para la familia, siendo la única persona a la que puede recurrir un individuo llamado Dorsday. Surge aquí uno de los recursos que permite utilizar el monólogo interior, y es la reproducción de los diálogos o las supuestas conversaciones que Else tendría con su madre (como cuando lee la carta), su padre o también con Dorsday más adelante.

“Oh, querido papá, cuánta preocupaciones me causas.”

Es a través de estos hipotéticos diálogos donde nos daremos cuenta de la relación existente entre Elsa y su familia. De la soledad e incomprensión en la que se ve envuelta. La falta de comunicación y de interés, propicia una relación ciertamente fría en la que la protagonista se acaba sintiendo como un simple objeto de comercio a través del cual conseguir llegar a un determinado fin, en este caso la suma de dinero de Dorsday.

Volviendo al recurso del monólogo interior, al tratarse de un relato donde lo único a lo que asistimos son los pensamientos de un individuo, las oraciones se encuentran muy dispersas y en ocasiones parece no haber conexión alguna entre una y otra. Este es el resultado de una consecución de pensamientos donde cualquier elemento, colores, músicas, olores provocan un cambio de dirección en el pensamiento. Es un tipo de narración en la que al lector sólo se le proporciona un único punto de vista, el yo es aquí lo único importante, y la percepción de las personas, sociedad, y espacios depende enteramente de la protagonista. Otra de las situaciones que se producen a causa de la personalidad de Elsa es la evasión y la imaginación de situaciones hipotéticas, como ya mencionábamos antes, y que en su gran mayoría éstas tienen como centro el hecho de su propia muerte por suicidio.

“Voy a sentarme en el alféizar para leerla. Cuidado, que podría caerme. “Según nos informan de San Martino, ha sucedido en ésa, en el Hotel Fratazza, un lamentable accidente. La señorita  Elsa T., una muchacha bellísima, de diecinueve años, hija del conocido abogado…” claro que  dirían que me suicidé a causa de un amor desdichado, o porque estaba en estado interesante. Amor desdichado: ¡ah, eso!”

Es importante entonces el surgimiento del tema de la humillación, que consiste en tratar a un ser humano como si no fuera tal. Como hemos dicho antes, Else es tratada como un objeto y como un medio para llegar a un determinado fin, como una adolescente que no es capaz de tomar sus propias decisiones y como si no tuviera conciencia de lo que le rodea. Esto cobra aún mayor fuerza cuando tiene lugar el encuentro con Dorsday y lo que este supone. Para lograr conseguir el dinero que su familia ha requerido de ella, Else tiene que dejar a un lado todos sus valores morales y su dignidad, produciéndose en su interior una lucha en la que los valores, la culpabilidad y la conciencia se enfrentan también al miedo y a la propia dignidad. En muchas ocasiones, Else planea un movimiento o una frase, en su cabeza suenan de una determinada manera y así lo consigue ver el lector, sin embargo, una vez que esa acción o frase es efectuada en sociedad, no resulta tal como ella esperaba.

“¡Está loco! ¿Por qué le permito que siga hablando? Estoy petrificada.”
“¡No, no! ¡No quiero! ¿¡Por qué, pues, no lo digo?! ¡Suicídate, papá…!

Ese uso del yo al que hacíamos referencia es, por tanto, de gran utilidad aquí, pues se refuerza el carácter de inconformismo, de incomodidad y de la no pertenencia del sujeto al mundo en el que está situado. El uso de la primera persona y más aún del monólogo interior, permite la intensificación de estos sentimientos y de la identidad desubicada del personaje.


Lo que consigue por tanto ver el lector gracias al uso de estos mecanismos y del monólogo interior en especial, es la captación de la personalidad y las tendencias del sujeto protagonista, pero sobretodo la intuición de su devenir. Al final, Else acaba suicidándose, pero al lector esto no le supone una sorpresa puesto que la protagonista es un sujeto trasparente donde cada pensamiento, reflexión o percepción acerca del mundo exterior consigue llegar sin ningún tipo de filtro. Este es por ello otro de los logros del monólogo interior, es decir, la transmisión y la captación del tipo de sociedad y entorno que rodea a la protagonista, la ubicación en un determinado tiempo y espacio regido por unas determinadas normas y valores.

No hay comentarios:

Publicar un comentario